Análisis: "Perros de Paja (1971)", La violencia está en todas partes.
Me encanta el cine de la década de 1970. Seguramente sea la época de la que han salido más obras maestras del cine. Pero, sobre todo, fue el inicio de la relación entre cine y violencia explícita. Una relación que reflejaba que a través de la violencia se podían contar historias. Una relación que reflejaba que no todo lo bello en esta vida podía venir de algo bueno. Que hay formas bellas, a la vez de perturbadoras, de contar una historia sin necesidad de diálogos enrevesados ni giros de guión. Y uno de los precursores de está técnica era, sin duda, el inglés Sam Peckinpah (Grupo Salvaje, La Huida). Un director revolucionario, que no se libró en su época de ser acusado de hacer apología de la violencia por el sector más conservador de la sociedad. Los entendidos, por supuesto, salieron en su defensa argumentando que el director simplemente buscaba innovar en el el campo narrativo del cine. Es curioso...pasa el tiempo y seguimos enfrascados en los mismos estúpidos debates de hace más de cuarenta años. Quizá eso debería hacernos reflexionar. El caso que una de las obras más significativas y más criticadas de Peckinpah es la que voy a analizar hoy.
Sinopsis
David Sumner (Dustin Hoffman), un profesos estadounidense, y su mujer, Amy (Susan George), se trasladan a una villa en medio de la campiña inglesa buscando huir de la violencia inherente en su país de origen. Pero sus vecinos, aparentemente pacíficos, comienzan a tener comportamientos extremadamente violentos hacia ellos, desatando una impresionante venganza por parte de Sumner.
Análisis
La película empieza de una forma bastante atípica, con el rencuentro de Amy con su antiguo pretendiente y con la tensión que tiene que soportar David en la escena del bar. Poco a poco, Peckinpah va poniéndonos en situación, mostrando en los primeros compases a los dos personajes principales y a sus motivaciones. Profesor de astro-física frustrado y mujer frustrada porque su marido le dedica más tiempo a su trabajo que a él. A la vez nos va mostrando al resto de protagonistas, que se destapan como un atajo de imbéciles que creen estar por encima de cualquiera en sus pequeñas mentes (¿a nadie más le ponía nervioso esa risilla infernal de Cawsey (Jim Norton)?).
¿No os daban ganas de estrangularlo cada vez que se reía?
Nada más ponernos en situación, empieza el verdadero espectáculo. Peckinpah muestra a un David que confía demasiado en el ser humano, encerrado en su mundo de ideales y de buenas intenciones. Lo cual nos hace indicar que el hombre confiado será engañado por aquél que cree que el mundo es suyo y que está ahí para hacer con él lo que quiera. A través de sus violentas escenas, se nos va mostrando la evolución de un David que, al igual que Bruce Banner, cabreándolo del todo desata a la bestia que habita en su interior. Esa bestia que nos acompaña a todos y cada uno de nosotros y que salta siempre que algo preciado está en peligro. Después de todo, siempre se ha dicho que la violencia genera aun más violencia. Sin embargo, y al igual que Banner, David lucha con todas sus fuerzas para mantenerse firme en sus ideales y creencias, sin conseguirlo. Y mira que tarda en explotar.
Si a mi me hubieran hecho lo que a David, yo habría sacado la escopeta mucho antes.
Por otro lado tenemos a Amy, que entra dentro de esta espiral de violencia debido a cierto accidente con su amado gato. Aunque después de hacerla lo que la hacen, al final el gato es lo de menos. Y es aquí donde se ve la genialidad del director para ponernos en una situación incómoda, ya que después de un suceso que Amy no puede olvidar, empezamos a ver como su mundo se ve inundado por las imágenes de dicho suceso. Peckinpah utiliza ese suceso para intentar hacernos sentir el trauma de Amy, hacernos ver lo que está pasando, combinando imágenes cortas de flashback con el momento que está viviendo ella justo en ese instante, que es el de una celebración.
El resto de el reparto está correcto, destacando por encima de ellos a Peter Vaugham (Brazil, Juego de Tronos), el cual esta increíble en todas y cada una de las escenas del bar, donde cruzar miradas con él puede significar tu perdición.
Yo que tu no me metería con alguien que salta a la mínima...
Sin embargo no es oro todo lo que reluce. Para aquellos que son impacientes la primera media hora de introducción puede parecer les insufrible, al igual que el apático comportamiento de David hacia su esposa (hay que ser tonto para no prestarla atención en todo momento) o el extraño comportamiento de Amy en varias ocasiones, como la vez que se quita toda la parte de arriba y se la muestra a los chicos del pueblo por la ventana. Si no está tu marido para mirar,¿como diablos vas a ponerle celosos haciendo eso? O al final, cuando no sabe ni ella misma lo que quiere cuando su marido está luchando por mantenerla a salvo a ella y a su hogar.
En resumen, “Perros de Paja” es una de las películas que no te puedes perder si eres fan de esa época en la que se gestó “Taxi Driver” (Martin Scorsese). Una película cuya primera media hora de introducción puede resultar algo pesada, pero que sin embargo es compensada por la alta carga de thriller y dramatísmo que se nos presenta en la hora y cuarto restantes. Aquellos que busquéis una historia enrevesada podéis daros media vuelta, ya que lo que se nos presenta aquí es la narración de un relato a través de la violencia.
Escrito por Jorge L. Muñoz.